Avísame que llegaste.
Venezuela: éxodo de mi gente
Let me know you are safe. Venezuela: Exodus of My People is a project that explores Venezuelan migration from an intimate and personal perspective. It highlights the grief of myself and all my compatriots as we have lived for 25 years in a country divided between those who left and those who stayed.
Nearly 30% of Venezuela's population has migrated in search of a better life. Currently, Venezuela has the highest number of displaced persons and refugees in the world. My first friend left in 2000, and now I know more Venezuelans living abroad than in their own country. This work portrays migratory absences from home, telling the story of broken ties, interrupted routines, and a fractured country.
The project consists of two series of self-portraits. The series with a black background is a metaphorical reflection on those who remain in increasingly empty homes within the borders. Each image links an object to an emotion and focuses on the different manifestations of grief when our daily lives are disrupted. Migration is not only experienced by those who leave; those who stay behind also carry a permanent absence. This series is accompanied by handwritten red labels containing messages from people who still live in Venezuela to their emigrated family members and loved ones.
The series with a white background continues this exploration from another angle. It portrays 130 individuals close to me who left Venezuela between 1999 and 2025. They share their reasons for leaving, the changes in their lives, anecdotes, and their thoughts on returning. The square format and white background, similar to a passport photo, create a typological archive that captures not only faces but also gestures, styles, and emotions.
Both series constitute a visual and emotional testimony to one of the most significant migrations of our time. They are, at the same time, my personal archive as a Venezuelan and a mirror of the collective memory.
Avísame que llegaste. Venezuela: éxodo de mi gente es un proyecto que explora la migración venezolana desde una perspectiva íntima y personal. Visibiliza mi duelo y el de todos mis compatriotas, ya que llevamos 25 años viviendo en un país dividido entre quienes se fueron y quienes nos quedamos.
Casi el 30 % de la población de Venezuela ha migrado en busca de una vida mejor. Actualmente, es el país con más personas desplazadas y refugiadas del mundo. En el año 2000 se fue mi primer amigo; hoy conozco a más venezolanos viviendo en el extranjero que en su país. Este trabajo es un retrato de las ausencias migratorias desde la casa: una historia de vínculos rotos, de rutinas interrumpidas, de un país fracturado.
El proyecto está compuesto por dos series de autorretratos. La serie de fondo negro es una reflexión metafórica sobre quienes permanecen dentro de las fronteras, en casas cada vez más vacías. En cada imagen se establece un vínculo entre un objeto y una emoción, pone la lupa en las distintas manifestaciones del duelo mientras nuestra cotidianidad se tambalea, ya que la migración no solo la viven quienes se van, sino que quienes nos quedamos también llevamos una ausencia permanente. A esta serie se suman etiquetas escritas a mano: mensajes que quienes aún viven en Venezuela le dirigen a familiares y amigos que han emigrado.
La serie de fondo blanco sigue explorando el tema desde otro ángulo: retrata a 130 personas cercanas a mí que dejaron el país entre 1999 y 2025. En ellas revelan sus razones para irse, los cambios en sus vidas, anécdotas y reflexiones sobre su posible regreso. La elección del formato cuadrado y el fondo blanco, similar al de una foto de pasaporte, crea un archivo tipológico que no solo registra rostros, sino también gestos, estilos y emociones.
Ambas series conforman un testimonio visual y emocional de una de las migraciones más significativas de nuestro tiempo. Constituyen, al mismo tiempo, mi archivo personal como venezolana y un reflejo de la memoria colectiva.